#LaCitaExtrañaCon
#AlfonsinaStorni
Antología Poética,
Ed. Jorge A. Mestas,
Ediciones, SL.
Madrid 2004, pp 126
Biblioteca VasConCelos
861A S76 A576
Ejemplar 1
19 Cansancio
Todos, todos tenemos una
hora cobarde,
una hora de hastío cuando
muere la tarde.
Cuando se va el amigo que
nos trae calor,
el amigo de oro, el Mago
Gestador.
Cuando se juntan todas
las impresiones malas
y el alma es un tejido de
finísimas alas.
Cuando puede decirse: lo
que fue no será;
Lo que no hice hoy no lo
haré nunca ya.
Es entonces, cobarde, que
me acosa el deseo
de no ser y ni pienso, ni
trabajo, ni creo.
Es una nulidad completa
de mi mismo
que me asusta y me hiere,
me subyuga y abisma.
Es entonces que yo
quisiera ser así
como una cosa nimia,
fútil y baladí.
Un chiché que se lleva
guardado en el bolsillo,
una prenda cualquiera, un
reloj, un anillo...
Ser una cosa muerta que
la llevan cargada
y que no sabe nada y que no piensa nada.
Todos, todos tenemos una
ahora cobarde,
una hora de hastío cuando
muere la tarde.
55 Y yo pasaba como el
mismo hielo...
Yo pasaba sin ver el
dónde estaba
ni el cruel infierno ni
el amable cielo.
58 Alma muerta
Piedras enormes, rojo sol
y el polvo
alzado en nubes sobre
tierra seca...
El sol al irse musitó al
oído:
el alma tienes para nunca
muerta.
Moviéndose serpientes a
mi lado
hasta mi boca alzaron la
cabeza.
El cielo gris, la piedra,
repetían:
Picos de buitre se
sintieron luego
juntos a mis plantas
remover la tierra;
voces del llano repitió
la tarde:
el alma tienes para nunca
muerta.
Oh sol fecundo, tierra
enardecida,
cielo estrellado, mar
enorme, selva,
entraos por mi alma,
sacudidla.
Duerme esta pobre que
parece muerta.
Ah, que tus ojos se
despierten, alma,
y hallen el mundo como
cosa nueva...
Ah, que tus ojos se
despierten, alma,
alma que duermes con olor
a muerta...
65 La caricia perdida
Se me va de los dedos la
caricia sin causa,
se me va de los dedos...
En el viento, al rodar,
la caricia que vaga sin
destino ni objeto,
la caricia perdida,
¿quién la recogerá?
Pude amar esta noche con
piedad infinita,
pude amar al primero que
acertar a llegar.
Nadie llega. Están solos
los floridos senderos.
La caricia perdida
rodará... rodará...
Si en los ojos te besan
esta noche, viajero,
si estremece las ramas un
dulce suspirar,
si te oprime los dedos
una mano pequeña
que te toma y te deja,
que te logra y se va,
si no ves esa mano ni la
boca que besa,
si es el aire quien teje
la ilusión de llamar,
oh, viajero, que tienes
como el cielo los ojos
en el viento fundido ¿me
reconocerás?
---
69 Cada día que pasa más
dueño de mí mismo,
sobre mí mismo cierro mi
morada interior;
en medio de los seres la
soledad me abisma.
Ya ni domino esclavos ni
tolero señor.
---
* 74 Letanías de la
tierra muerta
A Gabriela Mistral
Llégará un día en que la
raza humana
se habrá secado como
planta vana,
y el viejo sol en el
espacio sea
carbón inútil de apagada
tea.
Llegará un día en que el
enfriado mundo
será un silencio lúgubre
y profundo:
una gran sombra rodeará
la esfera
donde no volverá la
primavera;
la tierra muerta, como un
ojo ciego,
seguirá andando siempre
sin sosiego,
pero en la sombra, a
tientas, solitaria,
sin un canto ni un ¡ay!
ni una plegaria,
sola, con sus criaturas
preferidas
en el seno cansadas y
dormidas
(madre que marcha aún con
el veneno
de los hijos ya muertos
en el seno).
Ni una ciudad de pie...
Ruinas y escombros
soportará sobre los
muertos hombros.
75 Desde allí arriba,
negra, la montaña
la mirará con expresión
huraña,
Acaso el mar no será más
que un duro
bloque de hielo, como
todo, oscuro.
Y así, angustiado en su
dureza, a solas
Soñará con sus buques y
sus olas,
y pasará los años en
acecho
de un solo barco que le
surque el pecho.
Y allá, donde la tierra
se le aduna,
Ensoñará la playa con la
luna,
y ya nada tendrá más que
el deseo,
pues la luna será otro
mausoleo.
En vano querrá el bloque
mover bocas
para trabar los hombres,
y las rocas
oír sobre ellas el
horrendo grito
del náufrago clamando al
infinito.
Ya nada quedará; de polo
a polo
lo habrá barrido todo un
viento solo:
voluptuosas moradas de
latinos
y míseros refugios de
beduinos;
oscuras cuevas de los
esquimales
y finas y lujosas
catedrales;
76 y negros, y amarillos
y cobrizos,
y blancos, y malayos y
mestizos.
se mirarán entonces bajo
tierra
pidiéndose perdón por
tanta guerra.
De las manos tomados, la
redonda
tierra circundarán en una
ronda
y gemirán en coro de
lamentos:
- ¡Oh cuántos vanos,
torpes sufrimientos!
La tierra era un jardín
lleno de rosas
Y lleno de ciudades
primorosas;
se recostaban sobre ríos
unas,
otras sobre los bosques y
lagunas.
Entre ellas se tendrían
finos rieles
que eran a modo de
esperanzas fieles,
y florecía al campo, y
todo era
risueño y fresco como una
pradera;
y en vez de comprender,
puñal en mano
estábamos, hermano contra
hermano;
calumiábase entre ellas
las mujeres
y poblaban el mundo
mercaderes;
íbamos todos contra el
que era bueno
a cargarlo de lodo y de
veneno...
77 Y Ahora, bancos
huesos, la redonda
tierra rodeamos en
hermana ronda.
Y de la humana, nuestra
llamarada,
¡sobre la tierra en pie
no queda nada!
Pero quién sabe si una
estatua muda
de pie no quede aún, sola
y desnuda,
y así, surcando por las
sombras, sea
el último refugio de la
idea.
El último refugio de la
forma
que quiso definir de Dios
la norma
y que, aplastada por su
sutileza,
sin entenderla, dio con
la belleza.
Y alguna dulce, cariñosa
estrella,
preguntará tal vez:
-¿Quién es aquélla?
-¿Quíen es esa mujer que
así se atreve,
sola, en el mundo muerto
que se mueve?
Y la amará por celestial
instinto
hasta que caiga al fin
desde su plinto:
Y acaso un día, por
piedad sin nombre
hacia esta pobre tierra
ya hacia el hombre,
la luz de un sol que
viaje pasajero
vuelva a incendiarla en
su fulgor primero
78 y le insinúe: - Oh
fatigada esfera,
¡sueña un momento con la
primavera!
Absórbeme un instante:
soy el Alma
universal que muda y no
se calma...
¡cómo se moverán bajo la
tierra
aquellos muertos que su
sueño encierra!
¡Cómo pujando hacia la
luz divina
querrán volar al que los
ilumina!
Mas será en vano que los
muertos ojos
pretendan alcanzar los
rayos rojos.
¡En vano! ¡En vano! ...
¡Demasiado espesas
serán las capas, ay,
sobre sus huesas!...
Amontonados todos y
vencidos,
ya no podrán dejar los
viejos nidos,
y al llamado del astro
pasajero
ningún hombre podrá
gritar: ¡Yo quiero!...
85 Inútil soy
Por seguir de las cosas
el compás,
a veces quise, en este
siglo activo,
pensar, luchar, vivir con
lo que vivo,
ser en el mundo algún
tornillo más
Pero, atado al ensueño
seductor,
de mi instinto volví al
oscuro pozo,
pues como algún insecto
perezoso
y voraz, yo nací para el
amor.
Inútil soy, pesado,
torpe, lento.
Mi cuerpo, al sol,
tendido, lo alimento
y sólo vivo bien en el
verano.
cuando la selva huele y
la enroscada
serpiente duerme en
tierra calcinada;
y la fruta se baja hasta
mi mano.
89 Ante un héroe de Iván Mestrovic
Tallado en mármol, la
cintura fina,
los muslos estallantes,
la cabeza
reflejadora de gigante
empresa,
la maravilla del cincel
camina.
¿A dónde va? La fiebre lo devora
de vencer o morir de tal
manera
que en el esfuerzo de
avanzar pudiera
hundir el cuerpo en la
lejana aurora.
Mármol del siglo XX
desvaído
a quien un hombre púsolo
el latido
antiguo y fuerte de las grandes
pruebas:
¿Por qué, por un milagro,
no te vuelves
humana forma, y al pasar
me envuelves
entre los brazos y alzar
me llevas?
90 La palabra
Naturaleza; gracias por
este don supremo
del verso, que me diste;
yo soy el cabrón triste
a quien Caronte ya mostró
su remo.
¿Qué fuera de mi vida sin
la dulce palabra?
Como el óxido labra
sus arabescos ocres,
yo me grabé en los
hombres, sublimes o mediocres.
Mientras vaciaba el pomo,
caliente, de mi pecho,
no sentía el acecho,
torvo y feroz, del tritón
negro.
Me salí de mi carne, gocé
el goce más alto:
oponer una frase de
basalto
al genio oscuro que nos
desintegra.
94 De Poemas de Amor
(1926)
VI
Por sobre todas las cosas
amo tu alma.
A través del velo de tu
carne
la veo brillar en la
oscuridad:
me envuelve,
me transforma,
me satura,
me hechiza.
Entonces hablo para
sentir que existo,
porque si no hablara mi
lengua se paralizaría,
mi corazón dejaría de
latir,
todo yo me secaría
deslumbrado.
102 La palabra arrastra
limos,
pule piedras,
y corta selvas
imaginarias.
Piden los hombres
tu lengua,
tu cuerpo,
tu vida:
* 107 Frase
Fuera de ley, mi corazón
a saltos va en su
desazón.
Ya muerde acá, sucumbe
allí,
cazando allá, cazando
aquí.
donde lo intente yo dejar
mi corazón no ha de
querer.
Cuando le diga yo que sí,
dirá que no, contrario a
mí.
Bravo león, mi corazón
tiene apetitos, no razón.
108 Yo en el fondo del
mar
En el fondo del mar
hay una casa
de cristal.
A una avenida
de madréporas
da.
Un gran pez de oro,
a las cinco,
me viene a saludar
Me trae
un rojo ramo
de flores de coral.
Duermo en una cama
un poco más azul
que el mar.
Un pulpo
me hace guiños
a través del cristal.
109 En el bosque verde
que me circunda
- din don... din dan... -
se balancean y cantan
los tritones
de nácar verdemar.
Y sobre mi cabeza
arden, en el crepús_culo,
las erizadas puntas del
mar.
111 El hombre
No sabe cómo: un día se
aparece en el orbe,
hecho ser, nace ciego; en
la sombra revuelve
los acerados ojos. Una
mano lo envuelve:
Llora. Lo engaña un
pecho. Prende los labios. Sorbe.
Más tarde su pupila la
tiniebla deslíe
y alcanza a ver dos ojos,
una boca, una frente
Mira jugar los músculos
de la cara a su frente,
y aunque quién es no
sabe, copia, imita y sonríe.
Da una larga corrida sobre
la tierra luego.
Instinto, sueño y alma
trenza en lazos de fuego,
los suelta a sus
espaldas, a los vientos. Y canta.
Kilómetros en alto la
mirada le crece
y ve el astro, se turba,
se exalta, lo apetece:
una Mano le corta la mano
que levanta.
117 El Tritón
Llévate el torbellino de
las horas
y el cobalto del cielo y
el ropaje
de mi árbol de septiembre
y la mirada
del que me abría soles en
el pecho.
Apágame las rosas de la
cara
y espántame la risa de
los labios
y mezquíname el pan entre
los dientes,
vida; y el ramo de mis
versos, niega.
Mas déjame la máquina de
azules
que suelta sus poleas en
la frente
y un pensamiento vivo
entre las ruinas;
lo haré alentar como
tritón en campo
de mutilados y las rotas
nubes
por él se harán al cielo,
vela en alto.
120 Dibujos animados
II
Una mística flor, técnica
y fría,
que el pomo de colores,
semillero
de seres planos que el
dibujo alienta,
si bien terrestre, de un
trasmundo viene.
Hace millares de años que
la garra
audaz del hombre, por
desentrañarlo,
pintó paredes y mordió
las piedras
hasta lograr un árbol que
camina.
Mira el pequeño ser en
blanco y negro
que te calca, tú que eres
otro calco
de un modelo mayor e
indefinido:
Un alma tiene que es la
tuya misma,
la pobre tuya misma
persiguiendo
trenes de viento y puerto
de papeles.
### Vocabulario:
121 orla, 114 tramontos,
111 deslíe,
108 madréporas, 101
guedejones, 104 comba,
100 estultas, 95 circuía,
90 arabescos, basalto,
88 aquilinos, oblongo, 80
poleo, 78 huesas,
77 plinto, 57 pavura, 48
bogar, 44 libad,
42 burilados, 37 peplo,
miosotis,
33 torcaza, irisa, 31
guzla, 26 achiras,
22 escozor, 19 chiché.
#### Nota:
Márgenes 13 mm todos los
lados para perforar.
Tamaño del papel: carta
angosto, 10.8 x 27.9 cm.
Cortar con escuadra.###
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