martes, 14 de febrero de 2017


#LaCitaExtrañaCon #AlfonsinaStorni

Antología Poética,

Ed. Jorge A. Mestas, Ediciones, SL.

Madrid 2004, pp 126

Biblioteca VasConCelos 861A S76 A576

Ejemplar 1

 

19 Cansancio

Todos, todos tenemos una hora cobarde,

una hora de hastío cuando muere la tarde.

 

Cuando se va el amigo que nos trae calor,

el amigo de oro, el Mago Gestador.

 

Cuando se juntan todas las impresiones malas

y el alma es un tejido de finísimas alas.

 

Cuando puede decirse: lo que fue no será;

Lo que no hice hoy no lo haré nunca ya.

 

Es entonces, cobarde, que me acosa el deseo

de no ser y ni pienso, ni trabajo, ni creo.

 

Es una nulidad completa de mi mismo

que me asusta y me hiere, me subyuga y abisma.

 

Es entonces que yo quisiera ser así

como una cosa nimia, fútil y baladí.

 

Un chiché que se lleva guardado en el bolsillo,

una prenda cualquiera, un reloj, un anillo...

 

Ser una cosa muerta que la llevan cargada

 y que no sabe nada y que no piensa nada.

 

Todos, todos tenemos una ahora cobarde,

una hora de hastío cuando muere la tarde.

 

55 Y yo pasaba como el mismo hielo...

Yo pasaba sin ver el dónde estaba

ni el cruel infierno ni el amable cielo.

 

58 Alma muerta

Piedras enormes, rojo sol y el polvo

alzado en nubes sobre tierra seca...

El sol al irse musitó al oído:

el alma tienes para nunca muerta.

 

Moviéndose serpientes a mi lado

hasta mi boca alzaron la cabeza.

El cielo gris, la piedra, repetían:

 

Picos de buitre se sintieron luego

juntos a mis plantas remover la tierra;

voces del llano repitió la tarde:

el alma tienes para nunca muerta.

 

Oh sol fecundo, tierra enardecida,

cielo estrellado, mar enorme, selva,

entraos por mi alma, sacudidla.

Duerme esta pobre que parece muerta.

 

Ah, que tus ojos se despierten, alma,

y hallen el mundo como cosa nueva...

Ah, que tus ojos se despierten, alma,

alma que duermes con olor a muerta...

 

65 La caricia perdida

Se me va de los dedos la caricia sin causa,

se me va de los dedos... En el viento, al rodar,

la caricia que vaga sin destino ni objeto,

la caricia perdida, ¿quién la recogerá?

 

Pude amar esta noche con piedad infinita,

pude amar al primero que acertar a llegar.

Nadie llega. Están solos los floridos senderos.

La caricia perdida rodará... rodará...

 

Si en los ojos te besan esta noche, viajero,

si estremece las ramas un dulce suspirar,

si te oprime los dedos una mano pequeña

que te toma y te deja, que te logra y se va,

 

si no ves esa mano ni la boca que besa,

si es el aire quien teje la ilusión de llamar,

oh, viajero, que tienes como el cielo los ojos

en el viento fundido ¿me reconocerás?

---

69 Cada día que pasa más dueño de mí mismo,

sobre mí mismo cierro mi morada interior;

en medio de los seres la soledad me abisma.

Ya ni domino esclavos ni tolero señor.

---

* 74 Letanías de la tierra muerta

                A Gabriela Mistral

Llégará un día en que la raza humana

se habrá secado como planta vana,

 

y el viejo sol en el espacio sea

carbón inútil de apagada tea.

 

Llegará un día en que el enfriado mundo

será un silencio lúgubre y profundo:

 

una gran sombra rodeará la esfera

donde no volverá la primavera;

 

la tierra muerta, como un ojo ciego,

seguirá andando siempre sin sosiego,

 

pero en la sombra, a tientas, solitaria,

sin un canto ni un ¡ay! ni una plegaria,

 

sola, con sus criaturas preferidas

en el seno cansadas y dormidas

 

(madre que marcha aún con el veneno

de los hijos ya muertos en el seno).

 

Ni una ciudad de pie... Ruinas y escombros

soportará sobre los muertos hombros.

 

75 Desde allí arriba, negra, la montaña

la mirará con expresión huraña,

 

Acaso el mar no será más que un duro

bloque de hielo, como todo, oscuro.

 

Y así, angustiado en su dureza, a solas

Soñará con sus buques y sus olas,

 

y pasará los años en acecho

de un solo barco que le surque el pecho.

 

Y allá, donde la tierra se le aduna,

Ensoñará la playa con la luna,

 

y ya nada tendrá más que el deseo,

pues la luna será otro mausoleo.

 

En vano querrá el bloque mover bocas

para trabar los hombres, y las rocas

 

oír sobre ellas el horrendo grito

del náufrago clamando al infinito.

 

Ya nada quedará; de polo a polo

lo habrá barrido todo un viento solo:

 

voluptuosas moradas de latinos

y míseros refugios de beduinos;

oscuras cuevas de los esquimales

y finas y lujosas catedrales;

 

76 y negros, y amarillos y cobrizos,

y blancos, y malayos y mestizos.

 

se mirarán entonces bajo tierra

pidiéndose perdón por tanta guerra.

 

De las manos tomados, la redonda

tierra circundarán en una ronda

 

y gemirán en coro de lamentos:

- ¡Oh cuántos vanos, torpes sufrimientos!

 

La tierra era un jardín lleno de rosas

Y lleno de ciudades primorosas;

 

se recostaban sobre ríos unas,

otras sobre los bosques y lagunas.

 

Entre ellas se tendrían finos rieles

que eran a modo de esperanzas fieles,

 

y florecía al campo, y todo era

risueño y fresco como una pradera;

 

y en vez de comprender, puñal en mano

estábamos, hermano contra hermano;

 

calumiábase entre ellas las mujeres

y poblaban el mundo mercaderes;

íbamos todos contra el que era bueno

a cargarlo de lodo y de veneno...

 

77 Y Ahora, bancos huesos, la redonda

tierra rodeamos en hermana ronda.

 

Y de la humana, nuestra llamarada,

¡sobre la tierra en pie no queda nada!

 

Pero quién sabe si una estatua muda

de pie no quede aún, sola y desnuda,

 

y así, surcando por las sombras, sea

el último refugio de la idea.

 

El último refugio de la forma

que quiso definir de Dios la norma

 

y que, aplastada por su sutileza,

sin entenderla, dio con la belleza.

 

Y alguna dulce, cariñosa estrella,

preguntará tal vez: -¿Quién es aquélla?

 

-¿Quíen es esa mujer que así se atreve,

sola, en el mundo muerto que se mueve?

 

Y la amará por celestial instinto

hasta que caiga al fin desde su plinto:

 

Y acaso un día, por piedad sin nombre

hacia esta pobre tierra ya hacia el hombre,

la luz de un sol que viaje pasajero

vuelva a incendiarla en su fulgor primero

 

78 y le insinúe: - Oh fatigada esfera,

¡sueña un momento con la primavera!

 

Absórbeme un instante: soy el Alma

universal que muda y no se calma...

 

¡cómo se moverán bajo la tierra

aquellos muertos que su sueño encierra!

 

¡Cómo pujando hacia la luz divina

querrán volar al que los ilumina!

 

Mas será en vano que los muertos ojos

pretendan alcanzar los rayos rojos.

 

¡En vano! ¡En vano! ... ¡Demasiado espesas

serán las capas, ay, sobre sus huesas!...

 

Amontonados todos y vencidos,

ya no podrán dejar los viejos nidos,

 

y al llamado del astro pasajero

ningún hombre podrá gritar: ¡Yo quiero!...

 

85 Inútil soy

Por seguir de las cosas el compás,

a veces quise, en este siglo activo,

pensar, luchar, vivir con lo que vivo,

ser en el mundo algún tornillo más

 

Pero, atado al ensueño seductor,

de mi instinto volví al oscuro pozo,

pues como algún insecto perezoso

y voraz, yo nací para el amor.

 

Inútil soy, pesado, torpe, lento.

Mi cuerpo, al sol, tendido, lo alimento

y sólo vivo bien en el verano.

 

cuando la selva huele y la enroscada

serpiente duerme en tierra calcinada;

y la fruta se baja hasta mi mano.

 

89  Ante un héroe de Iván Mestrovic

Tallado en mármol, la cintura fina,

los muslos estallantes, la cabeza

reflejadora de gigante empresa,

la maravilla del cincel camina.

 

¿A dónde va?  La fiebre lo devora

de vencer o morir de tal manera

que en el esfuerzo de avanzar pudiera

hundir el cuerpo en la lejana aurora.

 

Mármol del siglo XX desvaído

a quien un hombre púsolo el latido

antiguo y fuerte de las grandes pruebas:

 

¿Por qué, por un milagro, no te vuelves

humana forma, y al pasar me envuelves

entre los brazos y alzar me llevas?

 

90 La palabra

Naturaleza; gracias por este don supremo

del verso, que me diste;

yo soy el cabrón triste

a quien Caronte ya mostró su remo.

 

¿Qué fuera de mi vida sin la dulce palabra?

Como el óxido labra

sus arabescos ocres,

yo me grabé en los hombres, sublimes o mediocres.

 

Mientras vaciaba el pomo, caliente, de mi pecho,

no sentía el acecho,

torvo y feroz, del tritón negro.

 

Me salí de mi carne, gocé el goce más alto:

oponer una frase de basalto

al genio oscuro que nos desintegra.

 

94 De Poemas de Amor (1926)

VI

Por sobre todas las cosas amo tu alma.

A través del velo de tu carne

la veo brillar en la oscuridad:

me envuelve,

me transforma,

me satura,

me hechiza.

Entonces hablo para sentir que existo,

porque si no hablara mi lengua se paralizaría,

mi corazón dejaría de latir,

todo yo me secaría deslumbrado.

 

 

102 La palabra arrastra limos,

pule piedras,

y corta selvas imaginarias.

 

Piden los hombres

tu lengua,

tu cuerpo,

tu vida:

 

* 107 Frase

Fuera de ley, mi corazón

a saltos va en su desazón.

 

Ya muerde acá, sucumbe allí,

cazando allá, cazando aquí.

 

donde lo intente yo dejar

mi corazón no ha de querer.

 

Cuando le diga yo que sí,

dirá que no, contrario a mí.

 

Bravo león, mi corazón

tiene apetitos, no razón.

 

108 Yo en el fondo del mar

En el fondo del mar

hay una casa

de cristal.

 

A una avenida

de madréporas

da.

 

Un gran pez de oro,

a las cinco,

me viene a saludar

 

Me trae

un rojo ramo

de flores de coral.

 

Duermo en una cama

un poco más azul

que el mar.

 

Un pulpo

me hace guiños

a través del cristal.

 

109 En el bosque verde

que me circunda

- din don... din dan... -

se balancean y cantan

los tritones

de nácar verdemar.

 

Y sobre mi cabeza

arden, en el crepús_culo,

las erizadas puntas del mar.

 

111 El hombre

No sabe cómo: un día se aparece en el orbe,

hecho ser, nace ciego; en la sombra revuelve

los acerados ojos. Una mano lo envuelve:

Llora. Lo engaña un pecho. Prende los labios. Sorbe.

 

Más tarde su pupila la tiniebla deslíe

y alcanza a ver dos ojos, una boca, una frente

Mira jugar los músculos de la cara a su frente,

y aunque quién es no sabe, copia, imita y sonríe.

 

Da una larga corrida sobre la tierra luego.

Instinto, sueño y alma trenza en lazos de fuego,

los suelta a sus espaldas, a los vientos. Y canta.

 

Kilómetros en alto la mirada le crece

y ve el astro, se turba, se exalta, lo apetece:

una Mano le corta la mano que levanta.

 

117 El Tritón

Llévate el torbellino de las horas

y el cobalto del cielo y el ropaje

de mi árbol de septiembre y la mirada

del que me abría soles en el pecho.

 

Apágame las rosas de la cara

y espántame la risa de los labios

y mezquíname el pan entre los dientes,

vida; y el ramo de mis versos, niega.

 

Mas déjame la máquina de azules

que suelta sus poleas en la frente

y un pensamiento vivo entre las ruinas;

 

lo haré alentar como tritón en campo

de mutilados y las rotas nubes

por él se harán al cielo, vela en alto.

 

120 Dibujos animados

II

Una mística flor, técnica y fría,

que el pomo de colores, semillero

de seres planos que el dibujo alienta,

si bien terrestre, de un trasmundo viene.

 

Hace millares de años que la garra

audaz del hombre, por desentrañarlo,

pintó paredes y mordió las piedras

hasta lograr un árbol que camina.

 

Mira el pequeño ser en blanco y negro

que te calca, tú que eres otro calco

de un modelo mayor e indefinido:

 

Un alma tiene que es la tuya misma,

la pobre tuya misma persiguiendo

trenes de viento y puerto de papeles.

 

 

### Vocabulario:

121 orla, 114 tramontos, 111 deslíe,

108 madréporas, 101 guedejones, 104 comba,

100 estultas, 95 circuía, 90 arabescos, basalto,

88 aquilinos, oblongo, 80 poleo, 78 huesas,

77 plinto, 57 pavura, 48 bogar, 44 libad,

42 burilados, 37 peplo, miosotis,

33 torcaza, irisa, 31 guzla, 26 achiras,

22 escozor, 19 chiché.

 

#### Nota:

Márgenes 13 mm todos los lados para perforar.

Tamaño del papel: carta angosto, 10.8 x 27.9 cm.

Cortar con escuadra.###

 

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